El enemigo ya está derrotado, y la victoria es tuya en Cristo Jesús.
La
negociación está presente en nuestra vida a cada momento. Siempre buscamos
obtener un beneficio de las opciones que nos presentan. Los hijos negocian con
sus padres las salidas de los fines de semana, los esposos negocian la división
de responsabilidades, el gobierno negocia con socios internacionales, en fin,
siempre negociamos, pero con quien nunca debemos negociar es con el enemigo.
Cuando Dios quiso sacar a Su pueblo
de la esclavitud de Egipto, sabía que Faraón no los iba a dejar ir tan fácil,
por lo que había que negociar, pero también sabía que Él obtendría la libertar
de Israel y también buenos recursos para ellos[1]. Pero no fue fácil, porque Faraón
se resistió. Cuando Moisés le pidió que los dejara ir a servir a Jehová, solo
quería dejar ir a los varones[2]. Pero Moisés insistió en que debían ir
todos, incluso los ancianos, los niños y el ganado. Lo mismo debe suceder
ahora; no debes aceptar que solo una persona de la familia sirva al Señor, no
debes negociarlo; todos, esposo, esposa, hijos, nietos, abuelos, sobrinos,
todos deben comprometerse en la vida de servicio a Dios. El diablo siempre
quiere negociar a su favor, si ve que te comprometes con una vida digna y
correcta, él te dirá: “Sirve tú a Dios, mientras yo meto en drogas a tus
hijos”. ¡No le abras la puerta a la negociación! Si tu esposo no ha venido a
los pies de Cristo, sigue intercediendo por él, fiel al Señor y se hará
realidad la promesa de que tu casa será salva. ¡No aceptes contraofertas del
diablo, no te acomodes ni te acostumbres a la mediocridad de una vida entre
Dios y Satanás, entre el bien y el mal!
¿Qué
otra negociación falló en la Biblia además de la de Faraón? La de Adán y Eva.
Satanás les dijo que comieran del árbol para ser como Dios, pero ellos ya lo
eran. No comprendieron la verdad de que eran imagen y semejanza del
Señor, no habían asimilado su identidad, por eso el diablo pudo engañarlos
ofreciéndoles algo que ya tenían. Que no te suceda lo mismo, convéncete, eres
hijo de Dios y el diablo no tiene nada bueno que ofrecerte porque ¡en tu Padre
ya lo tienes todo!, solo debes creer y obrar conforme esa fe, dándole la
espalda al enemigo. Nada de ir a negociar con brujos, agoreros y adivinadores,
¿por qué hacerlo?, si ya tienes el pacto con Dios, tienes todos Sus beneficios,
y no hay nadie más poderoso que Él, ¡no te dejes sorprender con mentiras!
¿Otra mala negociación? La de Saúl frente a Goliat, quien los
intimidó y le pidió un paladín, cuando Saúl tenía un ejército integrado por
muchísimos soldados que podían derrotar al gigante. El rey no debió aceptar
semejante condición, no debió negociar con el enemigo a quien debía vencer,
pero no confiaba en el respaldo del Señor. Lo mismo sucede con aquellos que
hacen negocios ilícitos, porque no comprenden que tienen de su lado al socio
más poderoso, pero no confían, sino que se dejan influenciar por las
condiciones terrenales, viven conforme el reino caído de Adán, no conforme al
reino de Dios. ¡Demuestra que eres un cristiano de verdad! Hay que aprender
sobre economía bíblica para comprender lo terrible e inútil que es la corrupción.
Si
estamos convencidos de que todo le pertenece a nuestro Padre, si sabemos que la
plenitud y todo lo que existe es Suyo[4], le daremos la espalda al diablo porque
no tiene nada que ofrecernos, por lo que sabremos que su intención es tendernos
una trampa y ganarnos para su reino que ya ha sido derrotado. No te equivoques,
el poder y la sabiduría son de nuestro Padre[5], todo lo que hay es Suyo, Él lo creó, así
que no hay autoridad que el diablo pueda ofrecerte o delegarte.
Sabemos que Satanás era un ángel
que se rebeló, y cuando fue expulsado, la tercera parte de los seres
celestiales lo siguieron, porque los atrajo con transacciones y ofrecimientos.
Negoció con ellos puestos de privilegio, ya que, según él, iba a subir al trono
del Señor, pero fue nombrado príncipe de las tinieblas, con potestades en un
reino derrotado. ¿Acaso se hacen negocios con un perdedor? ¡Claro que no!
Acepta solo las propuestas y pactos de Dios, realiza los votos que Él te pide
que hagas, entonces recibirás Sus promesas, esos intercambios son los únicos
que valen la pena y el esfuerzo.
En
la Biblia, vemos que el diablo descarado incluso quiso negociar con Jesús y le
hizo tres ofertas, pero nuestro Señor estaba muy claro en Su identidad y poder,
y no se dejó engañar, como sí lo hizo Adán. Satanás no podía ofrecerle las
naciones a quien ya es dueño de ellas[6]. ¡No
permitas que las tinieblas te ofrezcan algo que Dios ya te concedió! Tu sanidad,
tu seguridad espiritual, familiar y económica solo están al lado del Señor.
Toma autoridad como Jesús lo hizo y dile al diablo: “Vete, tú y tus ofertas se
van ahora”. Entonces verás la gloria de Dios y toda la plenitud de Su reino
vendrá a tu vida.
No
aceptes ser siervo de nadie más que del Señor[7]. Él
es el único dueño del oro y de la plata, así que es el único que te los puede
entregar. Dios desea bendecirte, pero de forma correcta, no con mentiras,
sobornos o corrupción. El imperio del diablo está derrotado, no hay por qué
negociar con él. Tú estás en victoria, así que sigue al victorioso, al Rey, no
al humillado que ya fue derrotado.
Cierta
vez me contaron una historia que me impactó. Un hombre vendió su casa, pero
dentro del contrato negoció mantenerse como dueño de dos clavos que se
encontraban en las paredes de una habitación. Al nuevo dueño no le pareció gran
cosa, además, dicho trato significaba un buen descuento en el precio de venta,
así que aceptó. Sin embargo, se arrepintió muy pronto, porque el antiguo dueño
de la casa llegaba cada vez que quería a poner una hamaca sostenida por los dos
clavos que todavía le pertenecían. ¡Imagina esa incomodidad para el nuevo
dueño! Entonces, le pagó la cantidad de dinero que se le había descontado, para
revertir semejante disparate. ¿Habrán dos clavos en tu corazón que todavía le
pertenecen al enemigo? De ser así, devuélveselos en este instante y cierra
completamente la puerta a sus engaños. Tu corazón, tu vida y tu familia le
pertenecen a Dios, a nadie más.
En
la Palabra leemos que Jesús tiene toda potestad[8], y
que con esa autoridad nos envía a hacer discípulos, por lo tanto, debemos
asumir esa instrucción y obedecer. Tu nación doblará sus rodillas para
confesarlo como Señor y Salvador, esa es otra verdad que no debes negociar con
el diablo. Ordénale con toda seguridad y autoridad que se largue de tu vida y
de tu país porque le pertenecen a Jesús. No te acomodes, toma todo lo que sabes
que no está bien y devuélvelo, no hay un área de tu vida que deba estar en
tinieblas, acepta la luz de Cristo y aleja la oscuridad y negocios turbios de
Satanás.
Jesús
no pagó a medias, pagó todo el precio por tu salvación y por tu vida en
abundancia, así que puedes decirle: “Padre celestial, soy Tu hijo, coheredero
con Cristo, acepto toda promesa que viene de Tus manos para mi familia, mi
trabajo y mi país, rechazo todo aquello que en algún momento acepté de parte
del enemigo. Satanás, hoy te devuelvo todo lo que viene de ti, rechazo tus
mentiras y falsas promesas, en el nombre de Jesús, ¡vete de mi vi
Versículos de Referencia:
[1] Éxodo 3:18-22 dice: Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios. Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir. Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huésped a alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.
[2] Éxodo 10:8-11 explica: Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová. Y él les dijo: !!Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? !!Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.
[3] Éxodo 10:24-26 relata: Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios. Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.
[4] Salmo 24:1 dice: De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.
[5] Daniel 2:19-20 comparte: Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.
[6] Mateo 4:3-11 recuerda: Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
[7] Hebreos 2:14-15 dice: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
[8] Mateo 28:18 enseña: Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
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